Hace unos años Nozomi llegó de Perú a casa de unos amigos, ellos me la presentaron y al poco tiempo me contaron un poco sobre las “habilidades” que tenía. En ese momento, el “escéptico” en mí empezó a cuestionar esas habilidades, como el caso de los “registros akáshicos”, algo que desconocía y que me sonaba a tontería, y por qué no, un poco a palabrería vacía. Unos años antes, debido a una dura experiencia, había dejado de creer en lo intangible, confiando más en lo que se podía ver y tocar.

 

Pero mira cómo resultaron las cosas... después de conocerla por un tiempo, pasé por un momento muy bajo en mi vida. No sé por qué, pero me acordé de ella y pensé: "¿Por qué no? Necesito ayuda y ella está cerca". Así que la llamé. Vino a mi casa e hicimos unos ejercicios de relajación y meditación, y automáticamente ella se conectó con aquello en lo que yo no creía: mis “registros akáshicos”. Sin que yo le dijera nada, me describió a mis padres y mi infancia y encontró la posible causa de lo que, a mis cincuenta y tantos años, me estaba causando tanto dolor. Vaya, lo que sentí en ese momento no tiene explicación, pero me permitió deshacerme de una pesada carga y enfrentarme a mi pasado para resolver algunos problemas de mi vida presente.

 

No sé si mi testimonio ayudará a alguien, pero lo que sí puedo decir, incluso a aquellos tan escépticos como yo, es que todo lo que Nozomi tiene para ofrecer vale absolutamente la pena.